Un lugar de fantasía… Nos miramos cómplices y dijimos: ¡Allá vamos! Si la seño nos ha traído hasta aquí, tiene que ser algo bueno. Entramos. Todo parecía normal. Sillas de nuestro tamaño, como en el cole. Luz, calor… Un ambiente agradable.
Entonces una señora muy amable dijo: “Podéis coger lo que hemos dejado en el centro de las mesas”. Y ahí fue cuando empezó todo.
Dragones, bailarinas, superhéroes, animales exóticos… llegaron de repente. Sin saber cómo, sin esperarlo, estábamos de pronto calzando unas zapatillas rojas, saltando de edificio en edificio para rescatar a alguien en apuros, convirtiéndonos en seres extraordinarios que llevaban la PAZ y hacían el BIEN allá donde iban. Éramos poderosos, osados, fuertes…
Casi sin darnos cuenta, aquellos personajes nos habían llevado de la mano hasta su mundo imaginario. Ahora éramos uno de ellos, y nos enseñaban lo que es el valor, la humildad, el compañerismo, el discernimiento…
Estuvieron con nosotros el tiempo que pudimos tener aquellos libros abiertos. Y allí siguen… Nos esperan. Volveremos.
